En Guatemala, la devoción a nuestra Santísima Virgen María del Rosario data desde el Siglo XVI, la sede de los dominicos estaba en el Ayuntamiento de la muy Leal ciudad de Santiago de los Caballeros de las provincias de Guatemala, hoy Antigua Guatemala. Desde entonces la Virgen del Rosario ha extendido su manto sobre Guatemala, derramando con abundancia sus bendiciones y repartiendo a sus hijos diversos dones según las necesidades.
Para entonces, los frailes dominicos enviaron a fundir una imagen de la Virgen del Rosario en Plata, imagen que requería una capilla adecuada. Fue así como al poco tiempo de hacer la imagen, los dominicos reedificaron la capilla y la enriquecieron con un buen retablo y hermosísimo camarín donde colocaron a la virgen. La fama del culto suntuoso que se daba a la encantadora imagen de la Virgen del Rosario de Santo Domingo, llegó hasta Roma y el Papa Clemente VIII, conmovido por los informes de tanta devoción, el 12 de agosto de 1593.
“como altísima distinción a aquella imagen, y para que las indulgencias de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario de Guatemala fuesen más que de las otras Capillas de la misma Cofradía que hay en toda la Orden de Predicadores , la agregó a la de la Iglesia de San Juan De Letrán de Roma, comunicándole todas las gracias e indulgencias que aquel Santuario tiene concedidas hasta el presente, así como las que en adelante se le concedieren”.
Más tarde a petición del Rey de España, el Santo Padre concedió en 1650 un Jubileo Extraordinario para el Rosario. En Guatemala se acogió el día 12 de febrero del año siguiente para ganarlo. Entre los actos religiosos acordados para ese día, el principal era hacer una magna procesión desde el Convento de Santo Domingo a la Catedral, con la Imagen de la Virgen del Rosario que se veneraba en la Capilla. La procesión resultó grandiosa y magnífica más de lo que se esperaba. Fue un verdadero acontecimiento, de regreso a Santo Domingo colocaron a la Virgen del Rosario en el Presbiterio a petición de los fieles. La gente estaba entusiasmada.
Se formaron turnos para acompañar a la Reina de día y de noche hasta que la llevaran solemnemente a su Capilla, programada para el día 19. Sin embargo, el día 18 entre doce del mediodía y una de la tarde, sobrevino un gran terremoto, según los anales históricos, ”parecía que se hundía la ciudad y que se acababa el mundo”. Fue así como sacaron luego la imagen a la plazuela del Convento donde se estableció una guardia perpetua, rezándole el Rosario para que intercediera ante la Clemencia Divina. Con motivo de estos terremotos se comenzó a rezar el Santo Rosario todos los días en la Iglesia de Santo Domingo, costumbre que aún se conserva.
Con ocasión de la protección obtenida en los terremotos de 1651, el Ayuntamiento de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Santiago de los Caballeros de las Provincias de Guatemala, votó y juró a la Virgen del Rosario de la Cofradía del Convento de Santo Domingo por “Patrona de la Ciudad contra los Terremotos” y para recordar tal protección se decidió celebrar su fiesta, el domingo más cercano al 18 de febrero de cada año.
En 1667 le levantaron otra nueva capilla, la que no era tan grande como se deseaba por falta de terreno, pero en ella hizo el constructor un derroche de arte. Se estrenó el año siguiente con mucha solemnidad y los dominicos y amantes del Rosario se consideraron dichosos al ver a su Madre colocada en tan regio lugar.
Siempre que hacía erupción el volcán de Fuego o temblaba en la ciudad, acudían los vecinos a postrarse a los pies de la Virgen del Rosario. Así lo intentaron hacer la noche terrible del 29 de septiembre de 1717 al sentir la primera sacudida. Quisieron entrar al templo, pero por milagro divido las llaves no aparecieron y cuando todos comenzaron a retirarse acongojados, sobrevino el segundo y más fuerte temblor, desplomándose por completo la cúpula de la Iglesia, sin que hubieran desgracias personales. Algunos religiosos de los más decididos entraron a explorar cómo había quedado la capilla y la hallaron intacta. Sacaron a la Virgen y levantaron luego una Iglesia grande de paja a donde la trasladaron, celebrándose allí los oficios divinos.
Todo el tiempo que la Santísima Virgen estuvo en la Iglesia de Paja, por más de dos meses, la velaron día y noche rezándole el Rosario. ¡Tal era el amor que le tenían¡.
El segundo domingo de Adviento de ese año, se abrió de nuevo al culto la Iglesia de Santo Domingo y colocaron a la Virgen en su capilla, recibiendo allí la visita de sus amados hijos y volviendo hacia ellos sus misericordiosos ojos, como una muestra de sus bendiciones. Algunos años más tarde se pudo conseguir más terreno, donde debido al empeño de los hermanos D. José Esquizabal y D. José Samayoa, ambos vizcainos, se le edificó una gran capilla del Rosario, la mejor que hubo en la hoy Antigua Guatemala. Fuentes y Guzmán dice que era “elegante y maravillosa”; el padre Ximanes la llama “suntuosa”; otro escritor “magnífica.... Digno relicario de la santa imagen”. Por último el padre Cadena la considera como “abreviado alcázar de la gloria”. Esta capilla se destruyó por completo con el terremoto de Santa Marta en 1773, y la imagen de la Virgen tuvo que ser restaurada por los daños sufridos.
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Jue Nov 06, 2008 1:06 pm
